Nunca pude comprobar
si el devorar mis entrañas
me sería indigesto.
Comencé a masticar mis palabras intestinas
mas repetía "at infinitum"
lo gutural de su naturaleza.
(volvían a crecer, a caer en sí mismos)
Arranqué mi estómago,
lo dejé secar al sol,
y mientras se asaba
(ultravioleta)
podía comprobar allí
que el fuego que nos cubre
es tan insignificante...
Mi hígado saltó solo de entre mis costillas
y se acurrucó en un plato situado en mi mesa
junto a unos libros de historia falaz...
Tanta cercanía a la mentira
comenzó a destruirlo,
aun mas que mis lustros etílicos.
¿Era aquello indigestión?
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